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Tengo 18 años, contaré mi excitante historia con un hombre mayor

Tengo 18 años contaré mi excitante historia con un hombre mayor

Tengo 18 años, contaré mi excitante historia con un hombre mayor

¿Quieres saber cómo pasó todo?

Soy Diego, un joven quien hace poco acaba de cumplir la mayoría de edad, puedo decir: “Por fin, soy un hombre libre”, debido que durante mi adolescencia viví acobijado bajo las enaguas de mi mamá. Nunca tuve la oportunidad de estar con otra persona, hombre o mujer, aunque siempre he tenido clara mi orientación sexual: ¡Soy gay!

Hace más de un año, por primera vez besé a un chico. Les juro, esa vez sentí tocar el cielo, ser dueño de la gloría, sentirme único, feliz, lleno de alegría, invadido por un sentimiento muy hermoso. Ese beso me ayudó a clarificar mis pensamientos y a sentar posición frente a las cosas acerca de mi sexualidad de las cuales poseía dudas.

Soy de un pueblo lejano a la capital colombiana, muy lejano, para llegar hasta Bogotá toca hacer un recorrido terrestre por lo menos 18 horas -lejos, muy lejos-. Vine a esta ciudad porque mi hermano mayor vive aquí junto a su esposa y sus hijas. Él, queriendo un futuro mejor me convenció en dar ese gran paso y una vez llegado acá, me brindó su apoyo en todo sentido e incluso, me dijo que en esta ciudad podría ser libre, vivir las cosas que en el pueblo me eran imposibles, entre esas cosas, buscar respuestas a dudas que podría tener en cuanto a mi vida íntima. Yo entendía a qué se refería él, pero, mi hermano no sabía que yo tenía esas dudas ya resueltas.

Con ese apoyo de su parte decidí buscar un trabajo de medio tiempo, también una fundación universitaria donde pudiera centrarme a estudiar Educación Física, dado que es una pasión que he tenido siempre por destacarme en los deportes, y… aventurarme para conocer hombres. Yo solo me enfoque en lo que me gusta y ese será mi plan hasta que termine de estudiar. Por lo menos, hasta que llegue a los 25 años, porque tengo pensado estudiar varias carreras con base a mi profesión.

Conté con tan buena suerte una vez llegado a Bogotá porque en solo dos semanas conseguí trabajo en un restaurante como mesero donde pagan muy bien, además, las propinas son excelentes. Un mes después, me matriculé en una universidad para estudiar Educación Física. Es una universidad algo costosa; mi hermano y cuñada me ayudaron a costear el primer semestre, y conforme han pasado los meses logré ganarme una besa por el 50 por ciento pago del resto de mis estudios, algo muy bueno porque con lo que gano es suficiente para costearlo.

En seis meses en Bogotá todo ha ido a la perfección. Tengo trabajo, estudio, y tuve mi primera experiencia. He descargado distintas aplicaciones de citas, pero seré sincero, no me atrevía a concluir algo por miedo. Hasta un día que pasó algo “chistoso” con un hombre llamado Juan Carlos, quien es profesor mío.

Para empezar, debo confesar que soy un chico con un cuerpo entre “delgado y bien cuidado”, por gustarme los deportes, juego fútbol, básquet, voleibol, béisbol, y cualquier tipo de actividad física. Soy hincha del Atlético Nacional de Medellín, aunque nací en la costa caribe. Soy un chico atlético y tengo buenas piernas y el torso delgado.

Hace un mes exactamente llegué media hora antes de iniciar la clase con Juan Carlos, uno de mis profesores, eran las 6 de la mañana, solo estaban los vigilantes y algunos monitores en la sede donde me tocaba la clase. Yo fui al baño y al ingresar pude ver que Juan estaba lavando sus manos, lo primero que hicieron mis ojos fue fijarse en la sudadera tan apretada que tenía mi profesor y algo abultado que ofrecía (puedo decir que él estaba completamente acalorado), Juan Carlos me saludó y yo salí de forma inmediata de mi trance. Puedo jugar que él se dio cuenta donde estaba yo poniendo mis ojos. El caso fue que me sentí apenado, pero hice como si nada hubiera pasado y también saludé. Acto seguido me metí a la cabina del retrete.

No pasaron tantos minutos cuando ingresé al salón de clases, estaba completamente vacío, yo no podía sacarme la imagen del bulto de Juan Carlos de mi cabeza, así que para calmar mis ansías me metí a Internet y busqué videos entre hombres. Bajé completamente el volumen del celular y sin querer me quedé hipnotizado con una escena. Tanta era mi concentración que de repente escuché la voz de alguien que me decía: “Es un buen video, pero mejor lo miras después porque tus compañeros están por llegar”. No puedo describir la pena tan grande que me invadía. Me puse frío, empecé a temblar del nervio. Pero Juan Carlos me ayudó a calmarme. Se sentó al lado mío y me dijo que no sintiera pena, eso es normal y todos tenemos derecho a ser libres en todo sentido.

La clase terminó y puedo decir que no tuve el valor de despedirme de Juan Carlos. Dos días después tuve clases nuevamente con él, y puedo decir que yo había superado lo pasado, pero al final de la clase pasó algo que me sacó una sonrisa. Juan Carlos durante la clase pidió que de forma individual preparáramos una exposición para la siguiente clase, pero incluía comprar materiales costosos y yo no poseía dinero en el momento para ello. Decidí quedarme y cuando todos mis compañeros se fueron me quedé a solas con el profesor para explicarle que no tenía dinero. Juan Carlos me escuchó y al final dijo que él tenía lo que yo necesitaba. Tomó su celular, lo desbloqueó al frente mío y dentro de las aplicaciones que tenía pude ver varias apps de citas gays.

¡Oh por Dios, nunca lo imaginé! Juan Carlos, es un hombre muy masculino, tiene 35 años de edad, lo he visto abrazado con varias profesoras (aunque nunca en plan amoroso), tiene un físico muy bien trabajado, en su Instagram se pueden ver varias fotos suyas con poca ropa, donde sus músculos son los protagonistas, además, tiene una voz tan gruesa y profunda, algo que de por sí me pone completamente excitado.

Regresando al momento del final de clase, el profesor me mostró en su celular imágenes de lo que yo necesitaba. Me dijo que podría pasar al día siguiente a su apartamento por ellas. Así fue, yo al día siguiente fui hasta donde él vive, pero al preguntar en portería me dijeron que Juan Carlos había dejado una caja con materiales a mi nombre. La verdad, eso no me lo esperaba. Aun así, tomé la caja, a la semana siguiente hice mi exposición y todo salió muy bien. Al terminar, Juan Carlos me felicitó y luego a solas dijo que esa misma tarde podría llevar los implementos prestados.

Así fue, horas más tarde llegue a su residencia, pero en esta ocasión dejó dicho en portería que pasara a su apartamento. Una vez estando frente a su puerta toqué, el abrió, estaba con una sudadera y camiseta ajustada, me hizo pasar. Una vez adentro me pasó algo muy torpe. Dejé caer la caja al piso y uno de los implementos se rompió. Yo no sabía qué hacer. Mire a Juan Carlos quien se echó a reír. En ese momento me dijo: “Deja eso así, de igual forma ya estaba desgastado, luego compro uno”. Y de paso me preguntó: “¿Ya almorzaste?, aquí tengo comida por si deseas”.

Yo apenado respondí que no. Dije que no se preocupara, yo tenía dinero para comprar comida. Pero un sonido me hizo cambiar de opinión. Justo cuando di mi respuesta escuché la notificación de una de las apps de citas. Pensé de forma rápida y comenté: “Pero, acepto la propuesta”. Él me miró, soltó una sonrisa llena de picardía y me pidió sentarme en el comedor.

Unos minutos después se acercó a mí, en una mano llevaba el plato con comida y en la otra un vaso con jugo. Todo lo puso al frente mío sobre la mesa y se retiró al área del estudio. A los 10 minutos terminé de comer, fui a la cocina, lavé el plato, el tenedor y el vaso. Luego me acerqué al estudio, abro la puerta y lo veo encima de una trotadora (Juan Carlos dentro de su estudio tiene habilitado una zona de entrenamiento), yo me acerqué para darle las gracias, pero sobre todo para observar su cuerpo musculoso bañado en sudor.

Él detuvo la máquina, pero no tenía una toalla a la mano para secar su sudor, yo en ese momento le dije que me indicara donde las tenía para ir por una. Así fue, fui hasta el cuarto, tomé la toalla y antes de salir me percaté que tenía un adorno con los colores de la bandera gay y el lema: “Orgulloso de ser LGBT”.

Cuando me acerqué de nuevo a Juan Carlos, él ya no estaba con su camiseta puesta. Mis labios se mojaron de tantas babas. Mi cuerpo comenzó a reaccionar y conforme él se secaba el sudor yo me quedé completamente inmóvil, con mis ojos pegados a él. En un momento Juan Carlos dice: “¿Te gusto?” Yo solo dije: “Sí”.

Paso siguiente, Juan Carlos se bajó la sudadera y quedo solo en ropa interior, él ya estaba a mil, sus piernas sudadas, y empezó a secarse todo el tren inferior. Me miró fijamente, se bajó el brief, lo pude observar completamente en su traje de nacimiento, tomó la toalla y se cubrió. Paso a seguir, se acerca, yo seguía inmóvil, pero mi cuerpo temblaba, su rostro se acercó al mío y podía ver como pasaba su lengua entre los labios. De un momento a otro me besó. Me besó tan fuerte que ya ha pasado tiempo y todavía recuerdo la fuerza de sus besos.

El momento del beso fue único. Pero lo que sucedería después fue y siempre será la experiencia más placentera de mi vida. Juan Carlos por ser un hombre fuerte y más alto que yo, me tomó en sus brazos, para llevarme a su cama, allí entre el lapso de una hora y casi 20 minutos nos besamos, nos mordimos, nos tocamos, supe por primera vez como se sentía el varias sensaciones que yo solo había visto en Internet, en este punto tengo que recalcar simplemente que fue mágico, jamás había sentido una sensación tan ardiente. Ese día sentí lo desgarrador y placentero que es tener a un hombre al interior de mi ser.

Mi primera vez. Puedo decir simplemente que ha sido llena de magia, pero más allá, puedo recalcar que me encantó, podría repetir una, dos hasta 10 mil veces y nunca arrepentirme. Estar con otro hombre me gusta y ahora solo espero tener la oportunidad de encontrar a alguien con quien pueda construir un vínculo especial.

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